En este artículo sobre neuroliderazgo aplicado a la empresa descubrirás…
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La biología de nuestro cerebro: Qué es el sistema amenaza, qué es el sistema recompensa, cuándo se activan…, y sus implicaciones cuando se activan.
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Qué es el neuroliderazgo.
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Cómo aplicar todo lo anterior para reforzar tu rol de líder de equipos y organizaciones.
La biología actual de nuestro cerebro se remonta a las épocas en las que el ser humano se alimentaba de la caza y de la recolección, vivía en grupos…, y en las que el cerebro tenía una lógica dominante: la necesidad de supervivencia.
Para maximizar esta supervivencia, ante las diferentes situaciones del día a día el cerebro intentaba saber si dicha situación podía representar un peligro (una amenaza) para la vida o si podía representar un comportamiento útil para la misma y, por tanto, era un comportamiento que le interesaba estimular.
Y como respuesta a cada uno de estos casos, se activaban estructuras cerebrales diferentes: la ¨Amígdala¨ en el caso de amenaza, o el ¨Núcleo Acumbbens¨ en el caso de los comportamientos útiles.
En la actualidad, las neurociencias están profundizando en muchos de estos elementos como los que acabamos de mencionar, descubriendo otros, y estudiando su relación con la conducta humana.
Y un descubrimiento muy importante para el tema que nos ocupa que es el neuroliderazgo aplicado a la empresa, es que muchas de las situaciones a las que nos enfrentamos las personas en la empresa, activan los mismos mecanismos neurólogicos que estaban diseñados hace miles de años para la supervivencia.
Por eso es muy útil conocer estos «sistemas»: el sistema de respuesta a la amenaza y el sistema de refuerzo de comportamientos útiles (que se suele llamar «sistema recompensa»).
Así pues, ahora vamos a profundizar en cada uno de estos sistemas, y es que como veremos, el hecho de que se active uno u otro en nuestro cerebro tiene consecuencias radicalmente diferentes en nuestro liderazgo y en nuestra efectividad.
Neuroliderazgo aplicado a la empresa : La amígdala y el «sistema amenaza»
En nuestro cerebro tenemos un conjunto de redes neuronales que están configuradas para detectar peligros (actúan como un sistema de alarma) y, también, se encargan de tomar decisiones cuando detectan estos peligros.
Es el sistema límbico, que está ubicado en el lóbulo temporal y está basado en la amígdala, y que tiene el «poder» de activar respuestas muy rápidas e intensas.
Cuando se detecta un peligro y se activa la amígdala, el cerebro no piensa si lo que vamos a hacer es lo mejor o lo peor, simplemente actúa de forma rápida.
Y entonces el cerebro básicamente actúa de tres grandes formas: dando la orden de huir, dando la orden de pelear para eliminar el peligro, o mediante la parálisis (no hacer nada con la esperanza de que el peligro pase).
Sea la forma que sea, las investigaciones sobre el cerebro demuestran que la respuesta de amenaza consume mucha energía, reduce nuestra capacidad de analizar la información que tenemos disponible en este momento, y que perjudica el pensamiento racional.
En «respuesta amenaza» nuestro cerebro es mucho menos productivo y menos creativo porque todos los recursos neuronales y físicos están destinados a sobrevivir.
Además, cuando se activa el «sistema amenaza» se libera el neurotransmisor cortisol (un neurotransmisor es un mediador químico para la comunicación entre las neuronas), que es también conocido como el «neurotransmisor del estrés».
Y es que un nivel adecuado de cortisol es bueno y necesario, pero en un nivel demasiado elevado afecta de forma directa a competencias como la memoria, la atención, el pensar con claridad, la resolución de problemas…, o a nuestro sentido del humor.
Neuroliderazgo aplicado a la empresa : «El sistema recompensa»
Como hemos comentado anteriormente, la lógica dominante en nuestro cerebro es la necesidad de supervivencia. Y es desde esta lógica como hemos de interpretar el «sistema recompensa».
El sistema recompensa está muy ligado a las necesidades básicas, y es la forma que tiene nuestro cerebro de decirnos que una determinada acción que nosotros realizamos es mejor para nuestra supervivencia que otra acción.
Y la forma de decírnoslo es recompensado estas acciones en forma de sensaciones placenteras, de modo que se refuercen estas acciones y estemos más predispuestos a seguir realizándolas en el futuro.
Por ejemplo (y viéndolo desde la perspectiva evolutiva), si para nuestra supervivencia es necesario beber agua, la forma que tiene nuestro cerebro de incentivar que nos esforcemos mucho por encontrar agua cuando estamos en un territorio en el que no hay agua, es recompensándonos con una alta sensación de placer cuando la encontramos.
De esta manera asociamos estos comportamientos con la sensación de placer y esto genera que en el futuro, ante la posibilidad de elegir diferentes acciones, tengamos más predisposición a elegir estos comportamientos más útiles para nuestra supervivencia.
Desde un punto de vista estructural de nuestro cerebro (y simplificándolo), el «sistema recompensa» tiene su inicio en un la parte más baja del encéfalo en la que están automatizados los mecanismos básicos de supervivencia.
Desde allí va subiendo por el sistema límbico que es el conjunto de zonas del cerebro que, entre otras funciones, son las encargadas de regular las emociones, y sube hasta el lóbulo frontal, que es una de las partes que está más relacionada con el aprendizaje y con el comportamiento adaptativo.
Y todo esto último está muy conectado con el núcleo accumbens, que es una estructura cerebral que también forma parte del circuito de recompensa cerebral, y que es de gran importancia porque facilita que se pueda integrar todo el pack: el deseo (motivación) de obtener el placer, con aspectos cognitivos que nos sirven para decidir qué comportamientos o acciones son las más adecuadas para lograr este placer y, así, lograr los objetivos de supervivencia del organismo.
Desde un punto de vista químico, cuando se activa el sistema recompensa se libera el neurotransmisor dopamina (conocido como el «neurotransmisor feliz») y, por supuesto, ¡queremos más!. Así que buscamos maneras de ser recompensados de nuevo.
Y aquí es muy importante resaltar que la dopamina está muy relacionada entre otras cosas con la memoria, el aprendizaje, la creatividad y la motivación.
¿Qué es el neuroliderazgo?
Para responder a qué es el neuroliderazgo será muy útil empezar primero describiendo el concepto de neurociencia: las neurociencias son las disciplinas científicas que estudian los fundamentos biológicos de la conducta humana.
Así pues, cuando hablamos de neuroliderazgo estamos hablando de conectar estos conocimientos sobre cómo funciona el cerebro con otros conocimientos sobre liderazgo con el objetivo de poder liderar mejor a las personas y a las organizaciones.
Neuroliderazgo aplicado a la empresa :
Midiendo la actividad cerebral de personas y mediante técnicas de neuroimagen, se ha podido constatar que muchas de las interacciones entre personas que se dan en la empresa, activan en el cerebro estos mismos sistemas de amenaza y recompensa que se activan cuando se trata de una situación de supervivencia física.
De esta constatación derivan muchas cosas:
1) En demasiados casos, muchas personas viven las interacciones del día a día de la empresa como lo que podríamos definir como un «secuestro amigdalar» leve, pero crónico, en el sentido de que le sucede muchas en su día a día.
Y ya hemos visto que cuando la amígdala se activa, el resto de cerebro deja de funcionar con normalidad. Se reduce nuestra capacidad de analizar la información, de aprendizaje, de escuchar, de apertura a cambios y a nuevas formas de hacer…
Así pues, en tus conversaciones con otras personas debes estar muy alerta al lenguaje no verbal de la otra parte. Si percibes señales de que la otra parte actúa de forma evasiva o agresiva, es muy probable que su amígdala haya empezado a actuar, y si no corriges la situación la conversación será mucho menos efectiva.
Esto irá en detrimento de tu capacidad de liderazgo y de los resultados que quieres conseguir.
2) Si cuando estés en una conversación con alguien, notas emociones negativas hacia la otra persona, es muy probable que tu amígdala se haya activado (al menos un poco)… y tu cerebro funcionará mucho peor durante la conversación.
3) Desde la perspectiva del neuroliderazgo aplicado a la empresa es muy interesante el trabajo de David Rock, que fue el primero en utilizar el término «neuroliderazgo», y cuyo trabajo se ha fundamentado en trabajar con neurocientíficos y con expertos en liderazgo para desarrollar cómo aplicar los descubrimientos de la neurociencia para liderar mejor a las personas y organizaciones.
En base a ello, David Rock ha dado forma al modelo SCARF de neuroliderazgo, en el que ha validado 5 áreas concretas que se dan en la empresa y que activan los sistemas de amenaza y recompensa de las personas.
Estas 5 áreas son: estatus, certeza, autonomía, relación y equidad.
Si quieres profundizar en el modelo SCARF y en cómo poner en práctica este modelo de neuroliderazgo en la empresa también te puede interesar el artículo relacionado:
Y una idea final que también te pueden ayudar:
Las respuestas del sistema amenaza tienden a ser más fuertes y duraderas que las respuestas del sistema recompensa, y es que el cerebro prioriza antes responder a un depredador que centrarse en la búsqueda de alimentos.
Es por ello que como líder debes poner mucho empeño en evitar la activación del sistema amenaza de las personas de tu entorno.
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